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  • jesusvillasenor10

INGENIERÍA FINANCIERA

Nada hay nuevo bajo el sol. Eso lo sabemos y lo repetimos todos con mucha frecuencia y, sin embargo, recientemente ha aparecido en México y en el mundo un nuevo concepto al que se ha dado en llamar "Ingeniería Financiera". Tan nuevo, que todavía no existe un consenso respecto de lo que realmente significa y en qué consiste.


Unos dicen que el término se deriva de la manera ingeniosa de resolver un problema financiero; otros afirman que es porque consiste en la aplicación de las matemáticas a las finanzas. Lo cierto es que ni el solo ingenio basta, ni la aplicación de las matemáticas convierte a cualquier disciplina en ingeniería; la verdad es que se requiere, además de la combinación de ambos conceptos, del conocimiento amplio de los elementos a utilizar y de una manera apropiada de prever los resultados. Esto no agota la lista, porque también se necesita hacer un diagnóstico de la situación a resolver y tomar en cuenta, por ejemplo, la interacción de las finanzas con otros elementos de la administración y la producción de una empresa, y de la situación social y política, si se trata de un país.


La ingeniea financiera resulta ser, entonces, una técnica de aplicación universal y multidisciplinaria; que rebasa, en estricto sentido, los alcances ordinarios del contador, del ingeniero o del economista y que, al final de cuentas, tampoco es nueva, porque hizo su aparición aun antes del uso del dinero. Lo que sucede es que la sencillez o complejidad de su aplicación varía según las circunstancias y éstas, en México y en el mundo, son particularmente difíciles, cambiantes y cada vez más dinámicas.


Quizá la primera aplicación de la ingeniería financiero se remonta a los tiempos prehistóricos, cuando algún antepasado nuestro, que había prestado a otro una presa de cacería, se puso a calcular cuánto maíz debía recibir a cambio, tomando en cuenta el tiempo transcurrido y la recompensa que merecía por su confianza y paciencia. Hoy lo calculamos en computadora, a valor presente, con tasa de interés real, en base a cotizaciones internacionales, sin olvidar el costo de los seguros, el almacenamiento y el transporte, y valiéndonos de modelos que incorporan sensibilizaciones ante diversas contingencias.


Con el transcurso del tiempo las cosas llegaron a complicarse tanto, que llegamos a olvidar en qué consisten en esencia, o no terminamos por descubrirlo nunca. Por ejemplo, olvidamos que el dinero no es más que una mercancía que sirve de referencia para pedir el valor de lo que se produce y se intercambia; también nos hemos llegado a equivocar al suponer que nos hacemos ricos como país aumentando el precio de las cosas, cuando de esa manera nos hacemos más pobres al dejar de producir por especular, ya que la riqueza sólo se genera en un lugar dentro de un sistema económico y en los demás sólo cambia de manos, se consume o se destruye. La inflación nos ha llevado a creer que el crédito se encarece, cuando lo único que sucede es que se le llama interés a lo que, en esencia, constituye la actualización del valor real del dinero.


Es un engaño suponer que la ingeniería financiera consiste en el manejo de cosas complicadas; todo lo contrario. Cualquier esquema financiero no consta más que del dinero ajeno y del propio y, en cuanto al primero, de cuándo y cómo hay que pedirlo y devolverlo. De esto se derivan todas las variantes y combinaciones que la mente pueda imaginar: préstamos que se comportan como capital y viceversa, o que se convierten uno en el otro; que se documentan de diversas formas y ofrecen variados privilegios o riesgos; de recursos aportados por personas o grupos, especializados o no, y que están gravados o tienen efectos fiscales diferentes.


Como hay que llamar a cada cosa por su nombre, aparecen términos como: bonos cupón cero, obligaciones subordinadas o convertibles, arrendamiento financiero, pagos a valor presente, tasa de interés efectiva, fideicomisos, bonos chatarra, títulos denominados en dólares pero pagaderos en moneda nacional, compra de pérdidas, intercambio de deudas, etc.


En buena medida, todas las anteriores no son sino variaciones sobre un mismo tema; por ejemplo, los bonos cupón cero no son sino préstamos cuyos intereses se pagan, junto con el capital, al vencimiento; las obligaciones subordinadas son créditos colectivos (otorgados por grupos de personas) que devengan interés pero corren con los riesgos del capital, al grado que se les clasifica como cuasi-capital y, en ocasiones, se convierten en acciones; los bonos chatarra son deudas de alto riesgo y alto rendimiento, etc. Como se ve, se trata de cosas ya conocidas o de la combinación de lo ya conocido, a lo que se le da un nombre para identificarlo.


Veamos esquemáticamente algunos ejemplos de la ingeniería financiera: supongamos que NESTLÉ tiene interés en aumentar el suministro de leche, pero los ganaderos no encuentran financiamiento adecuado para la importación de vaquillas. El problema se resuelve entendiendo que el negocio no está en la producción de leche sino en tener vacas lecheras, que dan leche, carne y crías, pero en un ciclo medido en varios años. El mecanismo consistiría en conjuntar en un fideicomiso el otorgamiento del crédito, la importación de las vaquillas y el importe de la venta de la leche para pagar el crédito.


En otro caso, el concepto de los créditos a valor presente dio origen a la creación de las Obligaciones con Rendimiento Capitalizable, que no son otra cosa que créditos colectivos otorgados a una empresa por el público inversionista y no por los bancos, donde la garantía de FONEI equivalió a la de las aceptaciones bancarias, sólo que a largo plazo. Con este antecedente Nacional Financiera emitió posteriormente (1989) BONDIS a 10 años de plazo.


Con una adecuada ingeniería financiera son posibles muchas cosas; por ejemplo: comprar una fábrica con sus propios recursos (compra apalancada); descubrir que un negocio, aparentemente enfermo, en realidad está sano; cómo ser el accionista dominante sin tener la mayoría; de qué manera es posible hacer legalmente lo que la ley no permite, como el "anatocismo"; cómo obtener recursos al vender un bien, sin dejar de utilizarlo; entender si el dinero gana más como capital en una fábrica o invertido en la bolsa o en dólares, y así poda seguir la lista.


Naturalmente que la ingeniea financiera no es una panacea, que alivie todos los males, ni puede sustituir a una mala administración o corregir problemas estructurales de un negocio.


Para que sea de verdadera utilidad se requiere la apertura de mente de quien la utilice, a fin de dar debida a las diferentes opciones que ofrece: con un arraigado sentido de propiedad, por ejemplo, no es posible abrir las puertas al capital de otros socios; siendo muy conservador en la contratación de pasivos, el negocio estará financiándose con capital, que es el dinero más caro con el que puede contar; solicitar préstamos sólo a los bancos, puede limitar las posibilidades de financiamiento.


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