En mi blog anterior expuse que uno de los problemas más comunes que manifiestan los CEO’s en los grupos consultivos que coordino, es: cómo resolver la sucesión.
Decía que casi siempre su atención se centra en elegir a la persona capaz de sucederlos para dirigir el negocio, pero casi nunca en el proceso que deba seguirse, porque pocas veces se entiende que, cuando se logra que una empresa sobreviva durante varias generaciones, nunca es sólo porque se eligió a la persona correcta, sino porque también se siguió el debido proceso.
Más adelante me referiré con amplitud al proceso, pero ahora me centraré en la persona.
Quienes inician un negocio casi siempre son personas jóvenes, cuando se sienten plenos en sus facultades y con el entusiasmo de atreverse a recorrer caminos nuevos. El riesgo es parte de la aventura. La inexperiencia es una ventaja, porque no saben que no se puede lo que ellos están dispuestos a demostrar que sí se puede . . . y muchas veces lo logran.
En el camino van adquiriendo la experiencia que les faltaba y, así, sus logros les refuerzan la confianza en que conocen el negocio mejor que nadie, y es cierto, pero . . .
Paradógicamente, eso los vuelve inseguros de soltar las riendas en otras manos, sean las de sus descendientes u otras, inexpertas; quizá tanto o más de lo que fueron las propias cuando arrancaron el negocio.
Lo que casi nunca se les ocurre pensar es que, si hoy son exitosos, es porque tenían las cualidades necesarias desde que eran igualmente jóvenes. Entonces, ¿ellos sí eran capaces cuando eran jóvenes, pero no los de las generaciones actuales?
¿No es, además de ingenuo, injusto? ¿No será más bien que su actitud es, simple y llanamente, de inseguridad, que les lleva a aferrarse a lo que conocen y les da miedo soltarlo?
Los jóvenes de hoy, por lo general, además de haber heredado las cualidades necesarias para el éxito, tienen mejor preparación y capacidad para adaptarse a lo cambiante de las necesidades de los mercados y de las circunstancias del entorno. Tienen mejor dominio de las nuevas tecnologías; porque han viajado más, abarcan un horizonte de visión más amplio, etc.
¿No vale la pena darles la oportunidad, brindándoles además los apoyos que sus mayores quizá no tuvieron en su momento?
Entonces, repito: ¿Solamente los hoy mayores eran capaces cuando eran jóvenes?